Lecciones de un Empleo Tóxico: Cómo Sobreviví al Reino de Don Carlíveris
Por: Carlos Romano Flores Molina direccion@cambiocultural.net Recuerdo aquel día como si fuera hoy. Era mi cumpleaños 17 y empezaba esa jornada a trabajar en aquella empresa, en la cual el padre de mi amigo Humberto Díaz me había recomendado para un modesto puesto junior administrativo. El agua que caía de la ducha estaba tan fría esa mañana, que la sentí como un verdadero exorcismo que alejaba cualquier mal pensamiento. Me dirigí hacia la empresa, situada a unos cuarenta y cinco minutos en bus. Conocí allí al propietario de esta. Un hombre de mediana edad, con barriga prominente, que tensaba los botones de sus elegantes camisas, haciéndome imaginar que podrían salir disparados en cualquier momento. D esde cualquier perspectiva, era un legítimo personaje. Carlíveris Napolitano Lucchese, no medía más de 1.50 metros; de complexión rechoncha, con cabeza cuadrada y extremidades cortas. Vestía como un figurín, siempre de traje de tres piezas, camisas con mancuernillas de oro. Una per